
Pastor Jaime García junto a su esposa Erika Acevedo. Por la gracia de Dios, han servido juntos al Señor desde su llegada a la iglesia Bautista El Faro el 10 de junio de 2001.
Tienen tres hijos: Ailyn, Abigail y Santiago.

Creemos que hay un sólo Dios vivo y verdadero; absoluto en naturaleza, perfecto en atributos, santo en carácter, Hacedor y sumo Gobernador del cielo y de la tierra. Que es infinito en sabiduría, maravilloso en poder, y sorprendente en amor; que une en sí lo infinito, lo eterno, y el Todopoderoso Dios trino: Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo. Que las tres Personas de la Deidad subsisten en la misma naturaleza divina, esencia, y ser; y que son coexistentes e iguales juntamente en todo atributo divino, cada uno desempeñando oficios distintos y armónicos en la gran obra de redención.
Génesis 1:1; Deuteronomio 4:39; Marcos 12:29; Génesis 17:1; Mateo 5:48; Isaías 6:3; 1 Crónicas 29:11-12; Salmo 103:19; Romanos 11:33-34; Mateo 19:26; Salmo 19:9; Mateo 28:19; 1 Pedro 1:2-3; 1 Juan 5:7; Éxodo 3:14; Génesis 1:26; Tito 3:3-7

La Trinidad
Dios Padre: Creemos que Dios Padre es la primera Persona de la Santísima Trinidad. Que es Todopoderoso, misericordioso, y justo; que es santo, recto, y verdadero. Que existe eternamente, es glorioso en naturaleza, poseedor de los atributos de omnipotencia, omnisciencia, y omnipresencia; y que El, en armonía con Sus oficios divinos, ama, provee, y protege con cuidado paterno a los hijos de Dios.
Mateo 28:19; Génesis 17:1; Mateo 19:26; Salmo 19:9; Isaías 6:3; Salmo 100:5; Proverbios 15:3; Salmo 139:1-6, 13-14; Salmo 103:13; Mateo 6:25-30; Mateo 10:29-31; Mateo 7:11
Dios Hijo: Creemos que Dios Hijo es la segunda Persona de la Santísima Trinidad. Que es Dios, el verdadero Dios; que es Todopoderoso, misericordioso, y justo; que es santo, recto, y verdadero. Que existe eternamente, es glorioso en naturaleza, poseedor de los atributos de omnipotencia, omnisciencia, y omnipresencia. Que Dios Padre, por medio del Espíritu Santo, es Su Padre divino, real, y eterno. Que nació de una virgen llamada María; y que El, en armonía con Sus oficios divinos, busca y salva, en ejercicio de Su obra mediadora de redención.
Mateo 28:19; Juan 1:1-3, 14; Isaías 9:6; Mateo 28:18; Tito 3:5-6; Juan 8:15-16; 2 Corintios 5:21; Hebreos 13:8; Filipenses 2:6; Juan 2:24; Mateo 28:20; Lucas 1:35; Lucas 2:7-14; 1 Timoteo 2:5-6; Lucas 19:10; Juan 3:16
Dios Espiritu Santo: Creemos que Dios Espíritu Santo es la tercera Persona de la Santísima Trinidad. Que es Todopoderoso, misericordioso, y justo; que es santo, recto, y verdadero. Que existe eternamente, es glorioso en naturaleza, poseedor de los atributos de omnipotencia, omnisciencia, y omnipresencia. Que El reprime al mundo, la carne, y el diablo; que justifica a la verdad, da convicción al perdido, enaltece a Cristo, y da testimonio de los juicios correctos de Dios; y que El, en armonía con Su oficio divino, conforta, enseña, atestigua, 2 predica, guía, regenera, comisiona, santifica, y unge, fortaleciendo la obra de salvar al perdido y supervisar la vida del que ya es salvo.
Juan 14:16-17, 26; Juan 15:26; Juan 16:7-13; Hechos 5:3-4; Hebreos 9:14; 1 Pedro 4:14; Isaías 40:12-15; 1 Corintios 2:10-12; Salmo 139:7-12; 2 Tesalonicenses 2:6-7; Juan 3:6-8; Efesios 1:13-14; Hechos 1:8; 1 Pedro 1:2; Isaías 61:1

Creemos que la Santa Biblia es un libro sobrenatural; que es la Palabra de Dios; que es la revelación completa, final, y plena de la voluntad de Dios para el hombre. Que tiene por autor a Dios, el Espíritu Santo; su fin es que el hombre tenga una relación personal con Dios y la verdad original su base, sin mezclar error alguno en su forma. Que fue escrita por los hombres santos de la antigüedad bajo la dirección y dictado inmediato del Espíritu Santo. Que está inspirada verbalmente, y es un tesoro perfecto para la instrucción religiosa; que revela los principios por medio de los cuales Dios habrá de juzgarnos, y, por consiguiente, es el verdadero centro de la unidad cristiana, así como la norma suprema por la cual son probados la conducta humana, los credos, y las opiniones.
Salmo 119:89: 2 Timoteo 3:16-17; Apocalipsis 22:18-19; Juan 17:17; Juan 3:32-34; 2 Pedro 1:20-21; 1 Pedro 1:10-12; Sofonías 1:1; Salmo 19:7-11; Exodo 20:3-17; Salmo 1:2; Juan 12:48

Creemos que el relato de la creación de Génesis es literal y no alegórico o figurativo. Que Dios personalmente creó los cielos y la tierra; que milagrosamente sacó la materia de la nada; que hizo toda forma específica de ser viviente, sujeta a los cambios limitados dentro de su especie; que ordenó en forma específica a cada especie crecer y multiplicarse. Que, después de los demás, formó al hombre del polvo de la tierra, no por algún proceso evolutivo, sino por acción instantánea, y que, habiendo soplado en su nariz aliento de vida, de inmediato el hombre se transformó en ánimo viviente. Que creó al hombre a Su imagen y semejanza; que Su acto creador fue completo y perfecto; y que ninguno de Sus actos creadores quedó sujeto a cambios naturales que habrían de efectuarse en períodos interminables de tiempo
Génesis 1:1; Juan 1-3; Hebreos 11:3; Génesis 1:21, 24-27; Génesis 2:7; Colosenses 1:16

Creemos que Satanás es una persona real y no sólo una influencia imaginaria. Que hubo tiempo en que gozó de grandes honores y altos privilegios celestiales; que, por su orgullo, ambición, y voluntad propia, trató de traicionar al Todopoderoso y, por eso, echó sobre su cabeza los juicios de Dios. Que él trabaja como señor de este mundo y como «príncipe de la potestad del aire»; que es un inventor diabólico, engañador, y padre de toda mentira. Que es el enemigo mayor, el espíritu más poderoso, y el acusador incansable de todos los santos; que un día será encarnado en la persona del anticristo, y que, como tal, se enfrentará a Cristo en la batalla de Armagedón. Que entonces la «simiente de la mujer destruirá la cabeza de la serpiente»; y que él será arrojado al lago de fuego ardiente, el lugar del castigo eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
Job 1:6-12; Job 2:1-7; Ezequiel 28:12-19; Isaías 14:12-27; Génesis 3:14; 2 Corintios 4:4; Efesios 2:2; Mateo 24:11; 2 Tesalonicenses 2:7-11; Juan 8:44; 1 Pedro 5:8; Génesis 3:1-6; Apocalipsis 12:10; Daniel 7:8; Apocalipsis 13:1-10; Apocalipsis 19:20; Génesis 3:15; 2 Corintios 11:13-15; Juan 14:30; Efesios 2:2

Creemos que la raza humana fue creada originalmente en estado de santidad, asociada con Dios en inocencia bajo Su ley. Que, por transgresión voluntaria de los mandatos de Dios, cayó del estado feliz con que fue creada; y en consecuencia, se convirtió en pecadora, alejada de Dios, e hizo caer la justa condenación sobre toda la humanidad. Y que, ahora, por virtud de su naturaleza caída, está alejada de la santidad, y está inclinada definitivamente hacia el mal, y está condenada a la ruina eterna, sin defensa o excusa.
Génesis 1:26-27; Eclesiastés 7:29; Génesis 3:6; Génesis 3:23-24; Ezequiel 18:4; Romanos 5:12; Romanos 1:21-23; Romanos 3:10-18; Apocalipsis 21:8

Creemos que el pecador perdido es culpable, y, por tanto, está bajo justa condenación; que por naturaleza está alejado de Dios, y por su pecado, condenado a morir; que la expiación del pecado se efectúa por la obra mediadora del Hijo, Quien, por designación divina, libremente tomó sobre Sí nuestra naturaleza, pero sin pecado; que, por obediencia, durante Su vida terrenal cumplió la ley divina, y por Su muerte en la cruz, satisfizo el castigo de la ley, sufriendo en lugar del pecador; que, por medio de Su obediencia y muerte de sacrificio, El efectuó la expiación vicaria completa por todos los pecados; que El murió, el Justo por los injustos, llevando sobre Su cuerpo nuestros pecados en la cruz; y que, por el derramamiento de Su sangre en la cruz del Calvario, hizo provisión eterna para la limpieza, el perdón, la paz, y el descanso.
Isaías 53:6-7: Romanos 6:7; Romanos 8:23; 1 Timoteo 2:5-6; Hebreos 2:17; 2 Corintios 5:21; Mateo 5:17-18; 1 Pedro 2:24; Hebreos 10:10-12; 1 Pedro 3:18; Apocalipsis 1:5; Isaías 55:7; Juan 14:27; Mateo 11:28; 1 Juan 1:7; Efesios 1:7; Hebreos 9:22

Creemos que el arrepentimiento y la fe son requisitos inseparables para la salvación; son gracias inseparables que se alojan en el corazón por la virtud del Espíritu Santo; que el pecador alejado, convicto profundamente de su pecado, de lo que es la rectitud, y del juicio que vendrá; por ministerio personal del Espíritu Santo, y habiendo sido iluminado en su entendimiento por El, puede ver el camino de salvación que hay en Cristo; que se arrepiente, se torna a Dios con genuina contrición, confesando y suplicando; y que, rindiéndose de todo corazón al Señor Jesucristo, Lo recibe de inmediato como Salvador personal suficiente; y Lo confiesa abiertamente ante sus semejantes.
Hechos 20:21-22; Marcos 1:15; Hechos 11:18; Efesios 2:8; Juan 6:44; Juan 16:8-11; Mateo 3:1-2, 8; Hechos 3:19; Lucas 13:3; Lucas 18:9-14; Hechos 9:6; Romanos 10:10

Creemos que la salvación proviene exclusivamente de la gracia de Dios sin las obras, o los méritos del hombre; que abarca el ministerio personal, trino, y redentor de Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo; que abarca toda obra realizada por el Altísimo e interés de la salvación perfecta y recta del alma perdida; que esta gracia, y sólo esta gracia, salva totalmente a todo aquel que se arrepiente ante Dios y cree en el Señor Jesucristo; que, por tanto, la salvación se obtiene plenamente por la gracia. Es «el don de Dios», que no necesita cultura, obras, o alguna otra forma para su obtención o para retenerla.
Efesios 2:8-9; Tito 3:3-7; 1 Pedro 1:2-5; Romanos 8:28-30; Hebreos 7:25; Hechos 20:20-21; Romanos 6:23; Romanos 11:6; Romanos 5:20; Isaías 1:18; Isaías 55:1; Apocalipsis 21:6; Apocalipsis 22:17

Creemos que, para ser salvos, los pecadores perdidos deben ser regenerados, o nacidos de nuevo; que la regeneración es un acto que recrea y que sobrepasa la comprensión humana, obrada en el corazón del creyente por el directo ministerio personal del Espíritu Santo; que es instantánea, milagrosa, y que no es evolutiva o cultural; que abarca los actos divinos de la purificación del corazón de todos pecados internos y el perdón del alma de toda culpa externa, en conexión con la obra de engendrar una nueva criatura en Cristo Jesús; que el pecador muerto es vivificado por medio del nuevo nacimiento, llegando a ser así un espíritu regenerado, que posee la vida eterna, el don de Dios; que el nuevo nacimiento viene después que el Espíritu Santo obra el arrepentimiento voluntario y la fe en el Evangelio; que es la verdadera obra de impartir la vida divina, no una mera transformación de la vida humana; y que la evidencia adecuada de la regeneración aparece en los frutos santos de la fe obediente de los seguidores del Señor Jesucristo.
Juan 3:3-5; 2 Corintios 5:17; Juan 3:8, 16; Juan 1:12-13; Isaías 1:18; Tito 3:5-7; Efesios 2:1, 5; Romanos 6:23; Juan 16:8-11; Mateo 7:16-18; Santiago 2:17-20

Creemos que la justificación es una de las grandes bendiciones obtenidas por medio de Jesucristo para quienes confían en El; que es un decreto divino que declara justo al pecador creyente; que, por tanto, es un estado libre de condenación, que incluye el perdón de los pecados internos y de los externos; que, por medio de la fe, obtiene liberación legal que exime de la ira de Dios, y la posesión de paz que sobrepasa todo entendimiento; que es concedida, no en atención a obras de rectitud o hechos, sino sólo ante la evidencia de fe en Dios y en la sangre redentora; que nos brinda una situación de paz inefable y favor con Dios, y nos da toda bendición necesaria para hoy y para la eternidad.
Romanos 3:24-25; Romanos 3:28; Romanos 8:1; Juan 5:24; Romanos 4:3-8; Romanos 6:6; Romanos 5:9; Romanos 5:1; Filipenses 4:7; Romanos 8:31-33; Génesis 15:6; Hebreos 2:4

Creemos que la salvación que proviene de la gracia es eterna; que el alma salvada, «aunque ande en valle de sombra de muerte», no tiene que temer ningún mal; que el que es engendrado y 6 nacido del Espíritu Santo es protegido por el poder de Dios; que el creyente en Cristo Jesús no será llevado a juicio, ya que nadie puede hallar cargos en contra de los electos de Dios; que él está seguro en las manos del Padre y del Hijo, y que la doctrina de «una vez en la gracia, siempre bajo la gracia» es gloriosa y celestialmente verdadera.
Juan 3:16; Juan 3:36; Juan 5:24; Salmo 23:4; Isaías 37:3-24; Filipenses 1:6; 1 Pedro 3:5; Romanos 8:1; Juan 10:27-29; Romanos 8:31-33; Romanos 8:35-39; 2 Timoteo 1:12

Creemos que la santificación es obra divina de la gracia, que no es un estado de perfección sin pecado adquirido mediante alguna «segunda bendición» o forma especial de «bautismo del Espíritu Santo»; que, en cambio, es un acto de gracia por medio del cual se aparta al creyente para Dios, y se lo dedica a Su propósito y a Su rectitud; que por medio de ella entramos en posesión de los privilegios divinos, y somos participantes en mayor grado de Su santidad; que es una obra progresiva que comienza con la regeneración, y es llevada a cabo en la vida de todo creyente por la presencia y el poder del Espíritu Santo y la Palabra de Dios; y que es alimentado sólo por medios celestiales, especialmente por el Espíritu Santo, la Palabra de Dios, el examen del individuo salvo, la obediencia, la negación individual, el cuidado esmerado, y la oración.
1 Tesalonicenses 4:3; 1 Tesalonicenses 5:23; Romanos 15:16; Jeremías 1:5; Proverbios 4:18; Juan 17:17; 2 Corintios 3:18; 1 Juan 2:29; Romanos 8:5; 1 Timoteo 4:5; Lucas 9:23; Mateo 24:42; Mateo 7:7-11

Creemos que Jesucristo viene otra vez a la tierra; que Su regreso será personal, audible, visible, y corporal; que ello marcará el advenimiento del «día del Señor» e introducirá el Milenio; y que en aquel día retribuirá a Satanás, tomará el trono de David Su padre, pondrá a Sus enemigos bajo Sus pies con vara de hierro, triunfará sobre el pecado, y dará al mundo ejemplo de Su gobierno recto durante mil años de reinado personal en la tierra.
Job 19:25-26; Isaías 9:6-7; Zacarías 14:4; Malaquías 4:2; Lucas 1:31-33; Mateo 25:31-34; Apocalipsis 19:11-21; Hechos 1:11; 1 Tesalonicenses 4:16-17; Apocalipsis 1:7; 2 Pedro 3:10; Apocalipsis 20:4-6; Apocalipsis 19:20; Apocalipsis 20:1-3; Apocalipsis 20:10; 1 Corintios 15:25-27; Salmo 2:9; Apocalipsis 12:5; Apocalipsis 19:15; 1 Juan 3:8; Salmo 72:1-20

Creemos que Jesucristo resucitó corporalmente de la tumba el primer día de la semana, por lo cual celebramos en la actualidad el Día del Señor como día de adoración; que Su salida milagrosa de la tumba anuncia una resurrección igual para todo miembro de la raza de Adán; que los muertos en Cristo se levantarán con cuerpos glorificados como el de Jesucristo; que serán arrebatados para recibir al Señor en el aire; que los muertos en pecado, o los muertos sin Cristo, se levantarán al terminar el milenio, y serán presentados ante el Gran Trono Blanco del juicio, cara a cara con el Juez de los vivos y de los muertos.
Mateo 28:6; Lucas 24:1-12; 1 Corintios 15:12-22; 1 Tesalonicenses 4:13-18; Apocalipsis 20:5- 6; Apocalipsis 11:15; Daniel 12:3; 1 Samuel 2:6; Isaías 26:19; Oseas 13:14; Isaías 25:6-8

Creemos que las recompensas y la salvación no son la misma cosa. Creemos que el Señor premiará a los Suyos; que descenderá del cielo con voz de arcángel y con trompeta de Dios; que primero se levantarán los muertos en Cristo, luego los creyentes que no se hayan muerto; que los lavados con sangre y los engendrados con el Espíritu Santo serán reunidos para recibir al Señor en el aire; y que habrá recompensas de acuerdo con lo hecho en el cuerpo. Los lugares llamados nuevo cielo y nueva tierra son ordenados como lugares perennes para ser habitados por los hijos de Dios. Creemos que los malos son hijos del diablo; que se han rebelado contra Dios; que han rechazado el don gratuito de la salvación por medio de Cristo; que ignoran la convicción del Espíritu Santo, y en consecuencia, se hallan ceñidos por el infierno, bajo sentencia de muerte; que pasarán la eternidad en el lago de fuego encendido con azufre, donde el dragón, la bestia, y el falso profeta estarán para siempre.
1 Corintios 3:11-15; 1 Tesalonicenses 4:16-18; 1 Corintios 15:51-52; Mateo 24:40-41; Mateo 13:47-50; 1 Corintios 3:8; Apocalipsis 21:1-8; Juan 8:44; Romanos 8:7; Juan 3:18; Apocalipsis 20:10-15; Romanos 6:23

Creemos que hay una diferencia radical entre los justos y los impíos. Creemos que los justos son los que creen en Cristo Jesús, han sido justificados por la fe, y santificados por el Espíritu y la Palabra; que los justos son herederos con el Señor Jesucristo; y que la vida eterna, el don de Dios, es la posesión inigualable de los justos. Creemos que los impíos no creen en Jesucristo, están condenados por su incredulidad, y están corrompidos por el dios de este mundo, el diablo; que los injustos menosprecian los privilegios de la gracia de Dios, escogiendo la vida de rebelión y de pecado; y que la condenación eterna es la porción ineludible de los impíos.
Malaquías 3:16-18; Juan 3:6; Romanos 3:22, 24; Romanos 4:3; Romanos 1:17; Romanos 8:1- 17; Hechos 20:32; Juan 15:3; Romanos 6:23; 2 Corintios 4:4; Apocalipsis 21:8; Mateo 23:37; Proverbios 29:1; Mateo 25:41

Creemos que una iglesia en armonía con el Nuevo Testamento está de acuerdo con el propósito y el plan divino, y que es un cuerpo local, organizado y visible; que está integrada por los fieles bautizados, asociados mediante pacto en la fe y la comunión del Evangelio; que la validez de la iglesia Neo-Testamentaria fluye de la obediencia estricta a los principios esenciales del Nuevo Testamento. Que es un cuerpo soberano, independiente, democrático, y militante; que su ministerio es bendecido gloriosamente con la presencia y dirección del Espíritu Santo, y por la luz y la revelación de la Palabra escrita de Dios; que es un cuerpo de gobierno propio, siempre bajo la autoridad de las Escrituras; que es el único tribunal eclesiástico que tiene el Señor en la tierra; que su juicio es la última palabra en cuanto a la membresía, las misiones, las ofrendas, las alianzas de cooperación, y sostén económico; que fue fundada personalmente por Jesucristo durante Su ministerio en la tierra; que está sujeta a Sus leyes, y es custodio de Sus ordenanzas; que la perpetuidad de su fe, de sus doctrinas, prácticas, y ordenanzas se ha llevado a cabo por medio del Espíritu Santo que planta y preserva las iglesias Neo-Testamentarias de fe y orden a través de las edades hasta el presente.
Mateo 28:19-20; 1 Corintios 1:1-3; Hechos 2:41-42; 2 Corintios 8:5; Mateo 16:19; Mateo 18:15-17; Juan 14:16-17, 26; Hechos 1:8; Hechos 13:1-4; Mateo 18:17-18; Mateo 16:18-19; Mateo 26:26-29; 1 Timoteo 3:15; Marcos 3:13-14; Lucas 6:12-13

Creemos que el Bautismo y la Cena del Señor son ordenanzas establecidas personalmente en la iglesia de Dios por el Señor Jesucristo. Creemos que el bautismo es la inmersión en agua del creyente por la autoridad e instrucción de una iglesia Neo-Testamentaria; que simboliza la muerte, sepultura, y resurrección del Señor Jesucristo; también, tipifica la muerte del creyente en cuanto al pecado, la sepultura de su naturaleza antigua, y su resurrección a la vida nueva; que es administrado en el nombre y por la autoridad del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Creemos que la Cena del Señor es un conmemorativo administrado y distribuido por la autoridad e instrucción de una iglesia Neo-Testamentaria; que simboliza el cuerpo traspasado y la sangre derramada del Hijo de Dios; que celebrarla apunta hacia el Señor crucificado en el Calvario, y hacia adelante a Su retorno en gloria. Creemos que estas ordenanzas no son sacramentos, sino símbolos sagrados que señalan al único Salvador del mundo, e invitan a los hijos de los hombres a buscar la comunión interna con el Rey de reyes y Señor de señores.
Mateo 26:26-29; Mateo 28:19; Romanos 6:3-5; Mateo 16:19; Hechos 10:47; 1 Corintios 11:23- 26

Creemos que las iglesias de Dios deben estar completamente separadas del estado; que se debe orar por los oficiales civiles, y que se les debe respetar y obedecer conscientemente. Que con diligencia debe procurarse hacer la voluntad de Dios en todos los asuntos de la iglesia; que el trabajo misionero de la iglesia debe extenderse de dentro hacia afuera; que los pastores y diáconos, como únicos oficiales de la iglesia, nombrados por acción divina, deben ser ordenados debidamente, haciéndoles comprender sus deberes sagrados expresados por la Palabra de Dios; que tanto los santos como los pecadores deben honrar el día del Señor, el primer día de la semana; que las enseñanzas de la Biblia han de presentarse en forma constante y completa a los cuerpos locales de la Iglesia; que con oración y esfuerzo deliberado deben integrarse todos los miembros en la comunión del cuerpo local; que la iglesia debe corregir y disciplinar en oración, y de acuerdo con las Escrituras, a los miembros que lo ameriten; y que, cuando sean solicitadas, extender cartas de traslado para sus miembros fieles a iglesias hermanas de la misma fe y práctica.
Hechos 1:8; Hechos 13:1-15; Romanos 13:1-7; Hechos 14:23; Hechos 6:1-6; Hechos 2:42; Apocalipsis 1:10; Mateo 16:19; Hechos 10:47; Mateo 18:15-17; Hechos 15:19-27; Hechos 18:27; Romanos 16:1-2; Mateo 28:19-20

Creemos que es privilegio y derecho de las iglesias locales cooperar unas con las otras para llevar a cabo el mandato del Señor; que esa cooperación se hace efectivo sólo cuando se conservan los principios de Cristo en el trabajo realizado; y que todos los esfuerzos juntos de las iglesias local deben llevarse a cabo de modo que preserven la integridad soberana de cada cuerpo local en todos los asuntos de fe y práctica.
2 Corintios 8:1-6, 16-24; 2 Juan 4; Mateo 16:18-19; Hechos 15:19-27